domingo, 10 de abril de 2011

El fruto de las palabras

Ni una gota.
Diana Violeta Solares Pineda.
Molino de Letras. México, 2010.

Existe una idea generalizada acerca de que los autores escriben libros como si cultivaran un fruto. Una manzana de oro que va a proveer el alimento de la sabiduría a los lectores que la consumen. Por eso los escritores, por muy malditos que sean, gozan de cierto respeto y como en la película de Pinocho, hasta los zorros y chacalones los reconocen como “literatos”, especie por demás exótica pero “interesante”. La cultura siempre genera un extraño prestigio que no se corresponde con su popularidad. Es importante pero muy aburrida.

Instantáneas II

Araña en el Espejo


Fue un viernes de quincena, el día de mayor afluencia, no se me olvida. Revuelto el ambiente: el tabaco americano con los aromas empalagosos del sudor rancio. Las parejas se desparramaban de la pista, apretadas y confundidas en el vértigo de timbales y trompetas. Rubén, el mesero del arete, le abrió paso al mensajero fatal: un flaco serio de lentes y gabardina, sin ningún chiste. Imposible encontrar mesa.