domingo, 9 de agosto de 2009

A primera vista




Las tres de la mañana y todo sereno. Proveniente de bares, restaurantes y cantinas que cierran sus puertas antes de las doce, la mayoría de los parroquianos de éste, el último bar de la nocturna Narvarte, ya traen varios brindis entre pecho y espalda. Situado en una esquina estratégica, los mayores atractivos de este antro son su horario y las muchachas que lo atienden. Se sirven brebajes que a duras penas soporta el paladar (rones quitamanchas, brandis lavatripas, vodkas con sabor a aditivo), pero que hacen las delicias de quienes se encuentran en el clímax de la odisea báquica. Las muchachas no parecen menores de 30 ni mayores de 55, aunque haya algunas de edad indefinible. A pesar del fresco nocturno, visten minifalda negra y blusa roja.


Un trío de dos integrantes le sirve de fondo a Carolina, quien ofrece generosamente su promisorio escote.

Te vi una noche de luna buscando una rosa.
-Soy secretaria. El año pasado cerró la empresa en que trabajaba y tuve que buscar otra cosa. Como tengo dos niños y soy sola... mejor sola que mal acompañada. A veces me va bien pero con lo de las propinas casi siempre me pongo a mano. Vivo con mi mamá en un departamento de la Guerrero, ella me cuida los niños cuando vengo para acá.

El cielo dorado de estrellas te hacía más hermosa.
-El papá de mis niños es chofer. Es buena gente cuando anda en su juicio. Nos juntamos cuando yo tenía 16 y él 19 años. Éramos muy fiesteros mientras estuvimos de novios, pero cuando llegó la niña me tuve que fletar mientras él seguía en el desmadre. Todas las noches se salía a cotorrear y me dejaba sola con la niña. Una vez no aguanté y le reclamé. Como ni me hizo caso y ya iba en la puerta, que agarro un casco de refresco y se lo aviento. Le di en la mera cabeza. Se puso rojo y se regreso. Nomás me dio un golpe. Entonces supe cómo pega un hombre. Te juro que vi estrellitas.

Sentía una profunda emoción/ aunque no lo quieras creer.
-Todos los hombres son así. Es como en este bar, vienen de todo tipo. Me han tocado unos que te tratan como si fueras de lo peor; otros, en cambio, hasta te dicen cosas bonitas o te traen regalos. A mí un viejito que es director de escuela, seguido me trae peluches. Dice que me saca el certificado de prepa o que me lleva de fin de semana a Acapulco. Yo le digo que no juegue con fuego, qué tal que en el trajín le da un infarto. Él dice que va a sacar juventud de su pasado. Yo le contesto que mejor saque juventud de su cartera.

Me robaste el corazón/ divina mujer.
-La gente te trata como tú te des a tratar. Una sabe a lo que vienen pero algunos se pasan, parecen pulpos o te quieren fotografiar hasta los calzones con su celular. Esos entran en razón con sus buenas cachetadas. Pero luego sale peor. La otra noche, por meter en cintura a uno, hasta tuve un pleito con el dueño. Ahora dice que me va a correr. Yo me hago la desentendida.

A primera vista te entregué mi amor.
-Ora ya estoy acostumbrada. A veces con un cliente se me pasan las copas pero es muy rara la ocasión. Me gusta platicar pero para poder platicar tenemos que estar consumiendo. Si no, me regreso a servir. ¿Entonces qué, me invitas otra cerveza?

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